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Estoy
cansada de ser la hija perfecta, la que jamás se equivoca, la que hace todo
bien y que se presenta como un ejemplo.
Estoy
cansada de no poder equivocarme y si lo hago, todo se convierte en un gran
escenario apocalíptico en el cual el mundo se va a acabar: “¿Por qué?”, “¡¿Cómo
puede ser?!”, “Esa no sos vos”, “¿A tu edad no tenés vergüenza?”, “Sos mala eh”.
¿Por qué no
pueden aceptar que yo también puedo estar equivocada?
¿Por qué no
pueden ver que no soy de oro, pero sí de carne y hueso?
Como
cualquiera a la hora de morir, me pudriré bajo tierra.
Me agota
tener que hacerlo todo bien bajo sus miradas, de hacer lo correcto de acuerdo
con lo que es correcto para ellos, de estar en todo detalle cuando ellos ni
siquiera se fijan en mí, en lo que es importante para mí.
Yo,
respondiendo a una demanda que es una ilusión.
Lo más
loco, es que no me conocen de verdad y nunca lo van a hacer porque me miran con
un filtro que ellos mismos crearon.
Estoy
cansada de ocultar partes mías que no son malas, pero que para ellos no está
bien. “Es un hobby, es pérdida de tiempo, vos sos mejor que eso”.
No quiero
ser la mejor, no quiero ser una eminencia, no quiero ser reconocida o famosa.
Sólo quiero
tener una vida tranquila.
Pero para
ellos soy la que está bien y sonríe todos los días, la que no tiene problemas
emocionales, la que tiene todo resuelto e hizo todo siempre en tiempo y forma y
será un gran éxito. Si algo está mal es porque me pusieron mal de ojo o hay
malas energías y tengo que limpiarlas con un sahumerio.
Pero no
saben que, en la oscuridad de la habitación, lloro buscando una manera de
acabar con el sufrimiento. Porque para ellos llorar es una debilidad, es
pérdida de tiempo… Y ya no quiero tener que esconder mis lágrimas, no puedo más
tener una vida doble, sólo quiero tener mi vida.
Estoy
cansada de que me demanden tanto cuando no pueden ni respetar mi tiempo, mis
decisiones, mi deseo de estar sola en mi casa un fin de semana.
Ya no
quiero que pregunten de mi vida, no quiero sugestiones ni cobranzas de cuánto
haré eso o cuándo haré lo otro. No quiero indirectas de cuándo me casaré o
tendré hijos, o que debería preocuparme con mi peso cuando en realidad está
todo bien y no lo pueden creer.
Ya no
quiero que critiquen mi ropa, mis gustos, mis hobbies, la manera como cocino y
hasta mismo mi letra.
Y cuando
supuestamente no les ayudo en su trabajo, soy ingrata ¿pero quién me ayuda a
mí? ¿En mi trabajo, en mis estudios, en mis proyectos? Ah, ya me olvidaba, yo
puedo con todo, todo el tiempo y voy a encontrar la manera de hacerlo, ni que
sea trabajar y hacer mis cosas mientras ellos están dormidos o tarde en la
noche, porque yo no necesito descansar, ya que soy joven. Porque mi cuerpo no
duele como el suyo, mi cansancio no es tanto como el suyo y mi experiencia no
es tanta como la suya.
Porque no
puedo darme el lujo de sufrir si siempre tuve todo, ¿no es verdad? La niña de
oro.
Entonces, ¿dónde
tengo que apretar para desinscribirme de este rol de hija perfecta?