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Rota otra vez, pero
no quiero que lo sepa.
No quiero entrar en
este loop infinito de “te amos” cansados y poco a poco vacíos, como si
repetirlo pudiera sanarme una vez más.
Las palabras que
salían de tu boca eran historias, como las varias que habías contado a tus
amigos y familiares.
Me habías dicho que
ella era muy diferente, pero la verdad era como yo, mientras ella representaba
la vida, yo era la muerte. Un ying-yang al cual vos te metiste y ya no podías vivir sin.
Pero ella no es la
culpable, vos sí, por insistirle y darle esperanzas. ¿Y qué restaba de mí? Caer
en tus palabras ilusorias una vez más, porque te quería, porque soñaba en un futuro.
Un futuro que nunca
deseaste.
Es por eso que me
siento débil y torpe, por creer en tu dulce voz enmascarada. ¿Todavía la
querés?
La corriente que
vos mismo pusiste en mi cuello, estaba por abrirse y sé que no te gustaría el
resultado.
Por eso decidí
decirte adiós sin decírselo.
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